La primera etapa de nuestro camino nos tenía que llevar desde la Estación de Montaña de Abisko hasta un refugio ubicado al sur del lago Abiskojaure. Para abrir boca, la distancia a recorrer era de unos 15 kilómetros. Antes de salir de Abisko pesamos nuestras mochilas. La mía rondaba los diez kilos.

La primera etapa fue un poco extraña, pues no tenía todavía ritmo y realmente no conocía mis limitaciones. No había entrenado demasiado y no sabía lo que me podía deparar el camino. Lo único que sabía es que cogeríamos el Kungsleden en dirección norte-sur y que nos quedaban unos 100 kilómetros de viaje a Laponia Sueca por delante.

Hacia Abiskojaure

Ante la puerta del Kungsleden, nuestro guía y co-fundador de YokmoK, Jorge, nos explicó que teníamos que funcionar como un equipo y evitar parar demasiadas veces. De este modo, si alguien paraba a hacer una foto, ajustarse las correas o beber, teníamos que intentar adaptarnos para que la etapa no se hiciera demasiado larga por culpa de las paradas.

No obstante, la primera etapa fue larga, más bien se me hizo un poco larga. Al principio íbamos bastante ligeros, parando constantemente a hacer fotos de la inmensidad polar. El paisaje era muy característico, ya que estaba todo lleno de ramas de árboles deshojadas y muy finos. Hubo tramos que hicimos con raquetas y otros sin ellas.

Un alce entre la maleza

A los pocos kilómetros de salir de Abisko tuvimos la gran suerte de avistar una pareja de alces. Sin embargo, estaban tan bien camuflados que fue muy difícil captarlos con la cámara. Éste es el resultado. Jorge nos dijo que habíamos tenido mucha suerte, ya que es muy difícil encontrárselos en el camino.

Por lo demás, aguanté bastante bien el primer tramo de la etapa, pero pronto mi falta de entrenamiento empezó a pasarme factura. No en forma de cansancio, sino más bien, porque algunos de mis músculos, que no sabía ni que existían, empezaron a quejarse amargamente.

El lago Abiskojaure

Pese a que se me hizo eterna, el final de la etapa fue una pasada, ya que atravesamos andando el lago Abiskojaure. Teníamos como referencia el refugio al final de lago, aunque las distancias en el hielo son muy engañosas. Al final logré el objetivo. Estaba exhausto, pero el cansancio se pasó pronto con la diversión del refugio.

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Pau García Solbes
Soy periodista y bloguero de viajes profesional. Soy Licenciado en Ciencias de la Información en la especialidad de Periodismo. He trabajado y colaborado en numerosos medios de comunicación en temas relacionados con Internet, nuevas tecnologías y turismo. Además, soy co-autor del libro Viajar con niños, el manual para preparar tus vacaciones en familia de La editorial viajera.

7 COMENTARIOS

  1. @Jorge, si yo pude hacer la ruta la puede hacer cualquiera jajaja Merece la pena el pelín de sufrimiento, compensa muchísimo la experiencia.

    @Chiqui, pues las fotos no hacen justicia a lo que vimos.

    @El Capitán, jajaja faltabas tú 😉 El más alto era Jorge, que fue el que hizo la foto.

    @Marisoru, y tanto que merece la pena, el esfuerzo ahora ya se me ha olvidado, pero los paisajes no 🙂

  2. Información Bitacoras.com…

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  3. Pau, te portaste como un campeón. La primera etapa da una medida de como van a ser el resto de los días. Eres el vivo ejemplo de que con perseverancia y con muchas ganas de descubrir (y un pelín de sufrimiento), esta ruta es accesible a casi todo el mundo que sea capaz de poner un pie delante del otro.

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