Había dos teorías que se habían formulado sobre mi figura. Una, que a los pocos días del viaje a Laponia Sueca me aclimatara y fuera haciendo más fuerte, y otra, que cada día me encontrara peor. Afortunadamente se cumplió el primer teorema y durante la cuarta etapa nació el pachinko de las nieves.
La noche anterior en el refugio de Tjäktja no había dormido muy tranquilo. Sabía que el comienzo de la cuarta etapa era exigente, ya que tiraba cuesta arriba y temía que eso me dejara ko desde el principio. Sin embargo, la realidad fue muy distinta y aguanté como un jabato los doce kilómetros del día.
El guía empezó a marcarme un ritmo y allí que me puse a tirar sin descanso como un campeón, sin cebarme demasiado, pero sin pausa. Pensaba que todo lo que tirara al principio sería camino que me acercaba al siguiente refugio.
A ese ritmo, llegamos muy pronto al refugio de emergencia que había a mitad de camino. Lo hicimos tan rápido que decidimos no comer todavía, ya que era muy temprano. La caseta estaba ubicada en el punto más alto de todo el recorrido. Se trataba del paso de Tjäktja, situado a 1.140 metros de altitud. Todo el esfuerzo de las anteriores etapas cobró sentido en ese punto, ya que nos regaló una de las vistas más hermosas que jamás veré en mi vida.
La belleza del paisaje polar me dotó de una energía y una motivación desconocida hasta ahora, más bien de un ánimo especial. En esos momentos me sentí libre y feliz. Aunque la felicidad no era completa, ya que me acordaba mucho de los míos. En mitad de Laponia Sueca no es difícil sentirse sólo.
Antes de bajar al valle tuvimos uno de nuestros típicos momentos zen en los que reinaba el más absoluto de los silencios. En la bajada, que se hacía pisando nieve completamente virgen, me gané el apelativo de Alberto Tomba. Gracias a mi peculiar estilo de descenso.
El resto de la jornada fue sencilla y placentera. El valle Tjäktjavagge se abría ante nosotros y nos proporcionaba unas vistas espectaculares. Era un valle de formación típicamente glaciar con montañas idénticas una detrás de otra. Una auténtica maravilla para la vista.
Entre risas y buen ambiente llegó la hora del picnic y poco después la llegada al refugio de Sälka donde pudimos disfrutar de una sauna y de un poco de higiene. Había sido una jornada de ensueño. Por fin me sentí cómodo en la caminata y pude disfrutar de unos paisajes inolvidables. Ese día empecé a disfrutar de verdad el viaje a Laponia Sueca. Ese día nació el pachinko de las nieves.
[…] a Laponia Sueca con YokmoK estaba en su tramo final. La etapa que nos dirigía desde el refugio de Sälka a Singi fue la primera que afronté con la moral a tope. El día de antes no había sufrido y […]
[…] repente coincidimos en el refugio de Sälka y nos comentó que él pasaba de dormir esa noche en una cama, que se iba a construir su propia […]
@macasol, amor de madre 🙂
@Jorge, jajaja muy buena tu descripción, hay que ver lo que me costó, pero al final pude tener un día tranquilo, y dos y tres 😉
@Siete de Nueve, jajaja menos mal que no lo vimos…
@Alberto, pues la verdad es que no. Sólo cuando estás de bajón y quieres llegar al refugio. Eso sólo me pasó los tres primeros días, ya que es muy difícil medir distancias.
@Mr. Nova, guapísimo, todo un galán de las nieves jajaja
Ostras, que tío mas guapo ese que sale en la primera foto junto al Pachinko de las nieves, no?
¿Y no causa angustia o desorientación estar rodeado de nieve por todos lados?
[…] This post was mentioned on Twitter by Pau G Solbes, YokmoK. YokmoK said: RT @elPachinko Viaje a Laponia – Sälka y el pachinko de las nieves https://bit.ly/drUpN3 […]
Solo faltaba el yeti…..
Siete
Tras 72 horas de doloroso parto, el pachinko de las nieves nació un espectacular dia soleado, lleno de energia y humor, con unas ganas enormes de comerse el mundo. Por lo pronto se comió un picnic en toda regla. Adiós pachinko playero-y-tumbona…
Que fotos y que paisajes mas bonitos. Besos
Información Bitacoras.com…
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