Lo más divertido de los viajes suele estar relacionado con anécdotas que te suceden cuando conoces a gente de los países que visitas. Tampoco es que yo haya estado en 100 países, pero de todos los lugares en los que he estado, el personaje más peculiar es al que llamaré el tío del bigote o el tipo del iglú.
Conocí al tipo del iglú durante el pasado viaje a Laponia Sueca. Hasta el cuarto día de travesía sólo era el tío del bigote, y ya me había parecido un personaje muy peculiar, un auténtico vikingo. Mientras nosotros íbamos con nuestro equipo ultra-moderno para no pasar frío, el crack iba con ropa militar del año de maricastaña y casi a pecho descubierto.
En medio del Círculo Polar Ártico no sueles encontrar casi gente, pero al tío del bigote y a su amigo ya nos los habíamos cruzado varias veces. Ellos con sus esquís de fondo y su ropa antigua y nosotros con nuestras raquetas. Siempre la charla era amena y muy divertida. Cada vez me caía mejor, no sólo por si peculiar aspecto, sino también por su simpatía.
De repente coincidimos en el refugio de Sälka y nos comentó que él pasaba de dormir esa noche en una cama, que se iba a construir su propia habitación en el hielo. El crack iba a dormir en un iglú en mitad de Laponia, con temperaturas que nunca superarían los -10 por la noche. Fue en ese momento cuando pasó de ser el tío del bigote al tipo del iglú. También se convirtió por méritos propios en una de las personas que más me han impactado de todos mis viajes.
Así que nosotros a lo nuestro y a pasar la noche calentitos en la habitación como si nada, aunque deseando despertarnos para ver el famoso iglú. Y allí estaba, en mitad de la nieve el tipo del iglú había dormido en un agujero en el suelo y rodeado de hielo y nieve por todas partes. Lo bueno es que para él no había sido ninguna odisea, lo contaba con total naturalidad. Sólo tenía unas pequeñas marcas rojas en la cara y poco más. Un tipo duro de verdad.
Estas experiencias son las que engrandecen los viajes, pequeñas anécdotas de grandes personajes que difícilmente se olvidarán jamás. Desde luego que a mí me impactó y me sirvió para darme cuenta de que el mundo es muy grande y está lleno de gente que merece la pena conocer.
@Lorena, bienvenida a ‘el pachinko’. Jejeje estoy de acuerdo en todo lo que has dicho 🙂
lAS PERSONAS QUE CONOCEMOS EN LOS VIAJES SIEMPRE DEJAN UNA HUELLITA EN NUESTROS MEJORES RECUERDOS.
Este hombre del iglu tiene mucho merito; la verdad yo no lo haria, para mi no hay nada mas rico que dormir bien comoda en una camita calientica.
@El Capitán, pues sí, las mejores anécdotas siempre están relacionadas con gente, los monumentos no se van a amover de donde están, menos los Gundam 😀
@Marisoru, pues sí, son las historias dignas de contar.
@Metastein, ya sabes que cuando me pongo moñón jejeje
La verdad es que el mérito no está en dormir en un iglú, sino en tener la opción de dormir calentito en una cama ¡¡ y pasar de ella!! Exxcelentee… Excelente post, por cierto, lo recomendaré para el programa «La gente de Bart» XD
Concuerdo totalmente, la huella que dejan las personas en tu camino es invaluable 🙂
Pero hombre! Si no es ahí donde se puede dormir en un iglú ya me dirás donde!
Precisamente estoy leyendo un libro sobre viajes muy interesante del que pronto os hablaré, y me está haciendo pensar en esa obsesión que tenemos al viajar por visitar lugares emblemáticos, tachar de nuestra lista ciertas cosas… pero como bien ilustras en este post, al final lo que acabamos recordando mejor son las personas. Da que pensar, ¿no?
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