Fotos Oslo, El grito de Edvard Munch

En el poco tiempo que pasamos en Oslo nos dimos cuenta que es una ciudad con una oferta cultural descomunal. Con sólo 600.000 habitantes tiene medio centenar de museos o espacios expositivos y un programa de actividades que no tiene nada que envidiar a ninguna capital del mundo.

Nuestro primer contacto con esa fascinante realidad fue la visita al Vigelandsparken de Oslo, pero queríamos más. Entre tanto dulce a veces resulta complicado escoger, así que empezamos apostando por un caballo ganador, una obra de fama internacional que es la verdadera estrella del firmamento cultural de Oslo. Estoy hablando del celebérrimo cuadro de Edvard Munch, El grito (Skrik).

El grito es probablemente una de las obras artísticas más reconocidas y reconocibles del mundo y una obra maestra del expresionismo. El arte no es que sea uno de mis fuertes, así que dejo la parte técnica y crítica para los estudiosos. Yo me centraré en la experiencia personal y viajera. No hace falta decir que es uno de los mayores alicientes artísticos de los viajes a Noruega.

Para llegar hasta El grito primero debéis hallar la Galería Nacional o Nasjonalgalleriet, que es donde se exhibe. El camino es sencillo y muy agradable. Nosotros lo hicimos a pie.

Fotos Oslo, El grito de Edvard Munch en Noruega

Debéis tomar la célebre Karl Johans gate en dirección al Palacio Real, siempre por la acera de la derecha. Se trata de la principal arteria de Oslo y una calle con un ramillete de atractivos turísticos impresionante. Por eso la capital de Noruega es tan cómoda de visitar. Una vez se alcanzan los preciosos edificios de la universidad, se tuerce a la derecha y se andan unos 100 metros hasta llegar a la Galería Nacional.

Para entrar utilizamos el Oslo Pass, una tarjeta estupenda que te permite utilizar todos los medios públicos de transporte, entrar libremente a museos y lugares de interés. Ya os hablaré otro día de ella y de la Galería Nacional, pues me estoy yendo por las ramas.

Los minutos previos a encontrarme con una obra maestra de fama mundial siempre son un poco tensos. Tienes miedo a que te decepcione a que sobrepase tus expectativas o simplemente a que por una serie de catastróficas desdichas acabes estropeándola.  Son miedos infundados, aunque yendo con Teo nunca se sabe lo que puede pasar. Los niños son impredecibles.

Conforme te vas acercando a la sala donde está El grito vas escuchando un murmullo cada vez mayor. Es el rey cultural de la ciudad y todos quieren estar ante sus ojos y susurrarle al oído. Al entrar en la sala observas a la gente que intenta exprimir el lienzo con todos los sentidos. En estos casos me gusta tomarme mi tiempo y atacar la obra desde varias perspectivas.

Fotos Oslo, Teo y Vero ante El grito de Edvard Munch

Cuando has visto un icono como éste tantas veces, lo primero que te llama la atención es el tamaño. «Pues no es tan grande como me lo había imaginado». Luego te das cuenta que no tiene un lugar predominante, un rey sin trono. En la sala hay muchísimas obras, en la misma pared cuento hasta tres.

Me fijo en las medidas de seguridad y tampoco parecen tan férreas. Al ver la protección de metacrilato me viene un vago recuerdo de cuando robaron el cuadro. No obstante, respiro aliviado al comprobar que Teo no podrá coger el cuadro o tirarlo al suelo accidentalmente.

Tras perder el tiempo con todas esta banalidades me digo a mí mismo: «estás ante El grito de Munch, disfrútalo». Y eso es lo que hago. Me olvido de todo por unos minutos e intento concentrarme en la obra maestra. Desmenuzar todos sus detalles y matices.

El desenlace es muy similar al que me había pasado ante el Taj Mahal, el Partenón o la Capilla Sixtina. Sales de allí con una sonrisita en la boca, con la sensación del deber cumplido y de haberte deleitado con un plato único y exquisito.

¿Habéis estado ante una obra de este calibre? ¿Cuál os ha llamado más la atención?

14 COMENTARIOS

  1. @Sele, bienvenido a ‘el pachinko’ y muchas gracias por dejar tu opinión.

    Me dejas a rombos con lo del Krakatoa, es la primera vez que lo escucho.

    También he tenido la suerte de estar ante el «Conde» y también me pareció sobrecogedor. Brutales las colas para verlo, pero merece la pena.

  2. Buenas!

    «El Grito» es un cuadro que te deja perplejo por mucho que lo veas. ¿Sabéis que un estudio dice que esos cielos se vieron en Europa cuando estalló el Volcán indonesio de Krakatoa y que le influyó al propio Munch? Qué cosas!

    Puesto a aportar un cuadro de esos que superan ya la fascinación… diré que «El entierro del Conde Orgaz» del Greco es mi obra preferida. Sus dos dimensiones (cielo y Tierra), su misterio, los tonos grisáceos de la piel del «Conde», los rostros lánguidos, la historia que hay alrededor…

    Y a ese sí que nadie puede decirle que es pequeño. Se encuentra en la Iglesia de Santo Tomé de Toledo y merece la pena hacerle una visita. Si uno bucea en sus detalles puede quedarse mirando el cuadro como un tonto durante mucho tiempo.

    Ese es mi «mito pictórico».

    Gracias por el post y los comentarios sucesivos!

    Sele

  3. @Pak, jajaja era lo mínimo que podía hacer 😀 Cuando vayas tú a gritar grábalo en vídeo.

    @JR, ostras qué experiencia más brutal. Nunca he estado en Berlín, pero con ese reclamo me han entrado unas ganas locas de pasarme por allí.

  4. Recuerdo la primera vez que vi la destrucción de Guernica, las caricias en forma de mujer de Vermeer y la arrogancia de El Bosco, pero la última vez que me emociné viendo una obra de arte fue en Berlín. En el Pergamo Musseum estaban reconstruidas las puertas de Babilonia. Sentado y contemplando tal belleza y majestuosidad imaginé ser un sumerio las órdenes de Nabucodonosor regresando de la batalla con el único objetivo de descansar en los Jardines Colgantes….Y eso sólo lo permiten las obras de arte.

  5. @Pak, genial comentario amigo, me encanta que completéis la información del post con vuestras aportaciones.

    De los tres que has comentado sólo he estado en el de Amsterdam, lo cual es vergonzoso al estar los otros dos en España.

    Curiosamente lo primero que hizo Teo al estar ante el cuadro fue gritar 😉

  6. Estar en el museo Van Gogh en Amsterdam, en el de Dalí en Figueras y ver el Guernica en el Reina Sofia creo han sido mis momentos más sobrecogedores contemplando obras pictóricas.

    Y espero ansioso el momento en el que me encuentre delante de esta gran obra que has tenido la suerte de ver en vivo. Much me gusta desde el instituto y El grito es de esos cuadros que siempre llevo dentro, me parece la representación máxima de un estado de ánimo, de un sentimiento, pero quien mejor para explicarlo que el propio Munch:

    «Paseaba por un sendero con dos amigos – el sol se puso – de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio – sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad – mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza.»

    ¿le gustó a Teo? 😉

  7. @algogoku, la verdad es que la gente ese día fue bastante respetuosa y disfrutaba la obra desde una distancia bastante prudencial.

    @Rafa, por toda Noruega me topé con exposiciones de Munch, es un símbolo nacional. Cuando estuvimos en Amsterdam el Rijksmuseum estaba cerrado, pero nos vengamos con Van Gogh 😉

  8. Me encantó la obra de Munch cuando estuve en Oslo. También tiene algunas cosas en Bergen.

    Mi mayor emoción (literal) en ese sentido fue ante los cuadros de Vermeer en el Rijksmuseum de Amsterdam. Pura magia.

  9. Veo que no se agolpan tanto como con la Gioconda, la única obra ‘extranjera’ pictórica de tal calibre… que esa sí no es nada por el tamaño…

  10. Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: En el poco tiempo que pasamos en Oslo nos dimos cuenta que es una ciudad con una oferta cultural descomunal. Con sólo 600.000 habitantes tiene medio centenar de museos o espacios culturales y un programa de actividades que no…..

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