Hong Kong es una caja de constantes sorpresas. En el corazón del barrio más caótico, vertiginoso y consumista de la ciudad hay un pequeño oasis de paz y sosiego. Un pulmón verde que insufla aire fresco a un ambiente viciado. Os hablo del Kowloon Park, situado entre las calles más nobles de Tsim Sha Tsui.

Ánades en el Kowloon Park

El parque es bonito, muy bonito y la gente que pasea por sus jardines y puentes parece muy relajada. Quizás fue donde más sonrisas divisamos. Me imagino que este lugar es como una nota de color para los que viven entre tanto coloso de cemento, cláxones de coches y neones.

Laberinto y rascacielos en el Kowloon Park

Antiguamente acogía los barracones de los soldados británicos, pero hoy en día es una mezcla de jardines, instalaciones recreativas y un fantástico aviario. No sé si la gente que estaba por allí son ornitólogos o no, pero en el Kowloon Park fue donde descubrimos el fervor que tienen los hongkoneses por la fotografía. Menudos equipos fotográficos.

Los flamencos del Kowloon Park

El Kowloon Park tiene dos entradas, una por Austin Road y otra por Nathan Road, que fue la que utilizamos nosotros. Una vez dentro puedes ver alguna que otra escultura, torres estilo pagoda, jardines chinos, el aviario y un lago con coquetos y altivos flamencos que se llevaban todas las miradas.

Laberinto de setos en el Kowloon Park

Muy cerquita de la entrada de Nathan Road también había como un laberinto de setos, aunque es tan bajito que es complicado perderte por allí. Está repleto de esculturas, me imagino que inspirado en alguna corte francesa de hace siglos.

A la salida del Kowloon Park

Poco más que decir del Kowloon Park. Fue de los primeros lugares que visitamos de nuestro viaje a Hong Kong y en ese momento sólo prestamos atención a su belleza. Me imagino que si fuéramos vecinos de Tsim Sha Tsui lo utilizaríamos como refugio, una fuga para escapar del frenético ritmo de vida de aquella zona superpoblada. Recomendamos largos paseos y actitud un tanto voyeur.

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Pau García Solbes
Soy periodista y bloguero de viajes profesional. Soy Licenciado en Ciencias de la Información en la especialidad de Periodismo. He trabajado y colaborado en numerosos medios de comunicación en temas relacionados con Internet, nuevas tecnologías y turismo. Además, soy co-autor del libro Viajar con niños, el manual para preparar tus vacaciones en familia de La editorial viajera.

10 COMENTARIOS

  1. justo de eso me refugiaba, de las Chungking Mansions!!!, jajaja… el hostal/manicomio en el que me alojé obligaba a temporales momentos de retiro para no enloquecer… la de personajes que conocí allí.

  2. para mi si fue un buen refugio del ajetreo hongkones… me pilló el año nuevo chino y estaba todo masificado.

    que bien que estaba yo viendo los equipazos fotográficos de la peña sentado tranquilamente en el parquecito… buenas tardes pasé.

  3. @algogoku, y yo sin saber lo de la Wi-Fi jejeje

    @Chiqui, pero si acabas de venir de vacaciones, la vida del científico es durísima 😉

    @Javier, ese día no estaba demasiado masificado, era entre semana y en invierno, aunque no hacía demasiado frío.

  4. Un respiro en la bulliciosa zona de TST, sentarse en un banquito y descansar un rato. Y los findes no veas como se pone, uff.. aunque yo creo que en el día a día también, y más con el buen tiempo cuando no apriete demasiado el calor.

  5. Y sobre todo WIFI gratis !! xDD
    Sí, mucha paz, yo lo crucé de Nathan Rd. para ir al Puerto y admirar parte de la bahía mediante un puente sobre una carretera que hay por ahí (lo se, me explico como el culo xD).

  6. Información Bitacoras.com…

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