Supongo que los clásicos Fórmula V no se inspiraron en estas playas negras, ni los que hemos hecho algún viaje a Islas Feroe esperábamos encontrarnos allí a ninguna Eva María con su maleta de piel y su bikini de rayas. Las aguas y el clima del Atlántico Norte no invitan precisamente ni a tomar el sol ni a bañarte en el mar, pero tienen otros alicientes para los que solemos viajar con niños pequeños.

Si recordáis, dejamos el relato de este viaje en Saksun. Allí un lago mareal nos impidió llegar hasta el mar, pero lo pasamos en grande tirando piedras a un río y disfrutando de la naturaleza. Teo y Oriol están más que acostumbrados a las playas alicantinas, pero estábamos convencidos de que les sorprendería jugar con la arena negra y además lo adornamos con una pequeña leyenda feroesa para hacer más emocionante la experiencia.

Fotos Islas Feroe. Tjørnuvík. Oriol corriendo Fotos Islas Feroe. Tjørnuvík. Oriol feliz

Pese a que el día estaba gris que el caldero de un mago, el camino seguía siendo muy hermoso porque la carretera está justo enfrente de la vecina ínsula de Eysturoy y divisábamos los acantilados y algún que otro pueblecito por el que habíamos pasado esa misma mañana. Desde Saksun viajamos en coche una media hora (más una parada de 20 minutos para comernos el pícnic a mitad de camino) hasta el norteño pueblo de Tjørnuvík, el más septentrional de Streymoy (la mayor de las Islas Feroe). La estampa era digna de las novelas de George RR Martin, era como viajar por las Islas del Hierro o Invernalia. Más al norte sólo podían haber caminantes blancos y los salvajes.

Pero como nuestros peques todavía no tienen edad para leer Canción de hielo y fuego (ni mucho menos ver la serie Juego de Tronos) recurrimos a una historia de la mitología feroesa. Ésta cuenta que una bruja convirtió en piedra a un gigante que intentaba alejar las Islas Feroe de Islandia. El pobre desgraciado se ha transformado hoy en día en dos imponentes cañones de mar llamados Risin y Kellingin que se elevan puntiagudos frente a las playas de arena negra de Tjørnuvík. Estas peculiares formas también se pueden contemplar haciendo una excursión desde Eiði o en un binocular que hay instalado en la carretera de Eiði a Gjógv.

Fotos Islas Feroe. Tjørnuvík. Teo de espaldas Fotos Islas Feroe. Tjørnuvík. Teo y el palo

A la tétrica temática de la caza de brujas se unió un pequeño pueblo fantasma de 59 habitantes cuyas casas estaban cerradas a cal y canto. Merodeamos un rato en busca de gente y encontramos un cartel que decía «café caliente y gofres» y un botecito para dejar las correspondientes coronas feroesas, sin embargo, esa «gofrera» tenía más años que los mencionados Fórmula V juntos y seguimos nuestro paseo detectivesco.

De repente encontramos una tiendecita de ropa y productos artesanales elaborados con lana y una señora de avanzada edad tejiendo para que el tiempo se le hiciera algo más llevadero. «¡La bruja!» pensamos todos. Pero la señora fue muy amable con nosotros y le compramos dos gorritos de lana con «tapacuellos» incorporados para los niños, pues las temperaturas habían descendido más de lo esperado. Oriol debió maldecir a aquella hechicera porque se puso a llorar nada más le pusimos el atuendo de lana que le debió provocar unos picores espantosos (pero los padres erre que erre). Nosotros también utilizamos la palabra bruja (y alguna que otra blasfemia) cuando hicimos el cambio de coronas feroesas a euros y descubrimos lo que nos habían costado aquellas dos prendas lanudas.

Fotos Islas Feroe. Tjørnuvík. Oriol y la pluma. Fotos Islas Feroe. Tjørnuvík. Oriol agachado

Sin embargo, lo más divertido de Tjørnuvík vino cuando decidimos bajar a aquella playa de arena negra. Nos daba igual que nos tacharan de locos desde las ventanas, que apareciera otra maga, que la niebla tapara la visión del gigante petrificado o que el mercurio hubiera bajado de los 10 grados en pleno mes de agosto. Un niño de cuatro años y un bebé de año y medio son dos fuerzas incontrolables en un lugar así.

Correr, saltar, hacer dibujos en la arena, huir de las olas, jugar con palitos, chapotear con la gélidas aguas pese al «no toquéis el agua que está como el hielo»… la bruja, el gigante y el frío estaban más que olvidados. Ver a los niños jugando y riendo con total libertad fue algo mágico. Uno de esos momentos de felicidad que compensan todos los sinsabores de los viajes, uno de esos instantes que te gustaría congelar en el tiempo y recordar para siempre.

Fotos Islas Feroe. Tjørnuvík. Vero y Oriol Fotos Islas Feroe. Tjørnuvík. La playa de arena negra.

En un lugar inhóspito, con un clima riguroso y una playa sin Evas Marías, maletas de piel, ni bikinis de rayas también se puede encontrar la dicha. Los que viajamos con niños nos obsesionamos con parques temáticos enormes, las últimas tecnologías o juguetes sofisticados y carísimos cuando a los peques sólo les basta el contacto con la naturaleza, un poco de arena y unas cuentas olas que esquivar para pasárselo bomba. Afortunadamente, los viajes nos dan este tipo de lecciones y nos ayudan a ver el mundo con otros ojos.

Buscando brujas en las playas negras de Tjørnuvík en Islas Feroe nos fuimos con una sonrisa de oreja a oreja, quizá fuera por arte de birli birloque o de abracadabra, pata de cabra. Nunca lo sabremos, pero desde entonces intentamos combinar las escapadas urbanas con experiencias que nos acerquen más a la naturaleza. Niños felices, papás felices.

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Pau García Solbes
Soy periodista y bloguero de viajes profesional. Soy Licenciado en Ciencias de la Información en la especialidad de Periodismo. He trabajado y colaborado en numerosos medios de comunicación en temas relacionados con Internet, nuevas tecnologías y turismo. Además, soy co-autor del libro Viajar con niños, el manual para preparar tus vacaciones en familia de La editorial viajera.

3 COMENTARIOS

  1. Me he enganchado al blog por la manera en que consigues transmitirnos tus sensaciones de los viajes haciéndonos partícipes de ellos cómo si realmente los estuviésemos viviendo. Enhorabuena por tu trabajo. Un saludo.

  2. Información Bitacoras.com

    Valora en Bitacoras.com: Supongo que los clásicos Fórmula V no se inspiraron en estas playas negras, ni los que hemos hecho algún viaje a Islas Feroe esperábamos encontrarnos allí a ninguna Eva María con su maleta de piel y su bikini de rayas. Las ag..…

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