Si has leído lo que te hemos contado hasta ahora de nuestro viaje a Islas Feroe recordarás cielos azules, verdes intensos y nubecillas blancas que decoraban grácilmente el firmamento feroés. Pues bien, ese cuento de hadas climático se acabó al tercer día. Sabíamos que el tiempo era muy cambiante en aquel archipiélago perdido en mitad del Atlántico Norte, así que era cuestión de horas que la lluvia y los nubarrones cambiaran las tonalidades de los paisajes de cabo a rabo, de azul a gris.

Mientras dejábamos atrás el reino de los frailecillos en Mykines, activamos el plan de nuestro tercer día de viaje que consistía en recorrer los pueblecitos del norte de las islas de Streymoy y Eysturoy (dónde habíamos pasado la segunda noche). De las primeras localidades poco que reseñar, salvo que tuvimos que parar en un súper de Eiði a comprar algo de comida para la jornada, ya que ninguno de los lugares por los que íbamos a pasar tenía un restaurante, cafetería, ni nada que se le pareciera. Así son las Islas Feroe.

Fotos Islas Feroe, Saksun. Teo Fotos Islas Feroe, Saksun. Lago y pedruscos

De la ruta por el norte de Streymoy (la más grande de las islas y donde se encuentra la capital Tórshavn) teníamos marcada con letras doradas el nombre de Saksun. Atesorábamos muy poca información de lo que nos íbamos a encontrar allí, pero habíamos leído en alguna parte que se podía llegar hasta el mar rodeando un lago de aguas mareales. A pesar de que estábamos en pleno verano, el mercurio no superaba los 10 grados, así que nos pertrechamos con botas de montaña y ropa de abrigo para intentar llegar hasta la playa caminando.

Las distancias en las Islas Feroe no son ningún problema y las carreteras suelen regalar al viajero estampas de fábula. Fiordos, acantilados, interminables saltos de agua… son especialmente hermosos los tramos desde los que se divisan varias islas. En poco menos de una hora nos plantamos en Saksun, atravesando verdes valles y bordeando varios riachuelos. que nos servían de guía.

Fotos Islas Feroe, Saksun. Casas Fotos Islas Feroe, Saksun. Cascada

En la aldea de Saksun vive una veintena de personas, pero con el tiempo desapacible que había aquel día no divisamos un alma. Fue el primero de los muchos pueblos fantasmas que nos toparíamos durante todo el viaje a Islas Feroe. Si no fuera por el encanto de las poblaciones y las vistas sería fácil imaginar que estás en las páginas de alguna de las historias de Stephen King.

Las primeras casas tienen poco interés, pero pronto llegas a un punto en el que el río parte el valle por la mitad y divisas un lago al fondo y alguna casita de color rojo que mancha el intenso verde de la omnipresente hierba feroesa. Aparcamos el coche frente a una valla que marcaba el final de la carretera y nos pusimos a andar resguardados bajo los chubasqueros.

Fotos Islas Feroe, Saksun. Teo Oriol y Vero Fotos Islas Feroe, Saksun. Lago Mareal

Al igual que había sucedido en Mykines me puse el disfraz de David Livingstone e hice de avanzadilla para comprobar si el camino al mar seguía abierto. No es que el resto de la familia no quisiera venir, pero cuando los Stanley (Teo y Oriol) vieron el río, se llenaron las manos con más guijarros de los que podían cargar y empezaron a ensañarse lanzando piedras al agua. Una y otra vez, una y otra vez (en bucle).

El paseo no fue tan largo como en Mykines, ni mucho menos, aunque en vez de frailecillos esta vez mi única compañía era alguna oveja que pastaba por allí tranquilamente como si la cosa no fuera con ella. De nuevo la misma sensación de libertad me embriagó, especialmente cuando el sendero se abrió súbitamente y me mostró aquel precioso y solitario lago del que había leído en alguna parte que sigo sin recordar. Pese a que el día estaba muy gris, nadie iba a arruinarme aquel momento de soledad frente a un paisaje fabuloso. Agua, cascadas, piedra, verdor infinito, aire puro… estaba en la gloria.

Fotos Islas Feroe, Saksun. Iglesia Fotos Islas Feroe, Saksun. Iglesia y lago

Intenté rodear el lago para encontrar la senda que embocaba hacia la playa, pero las vistas a pleamar eran inconfundibles. La marea alta nos jugó una mala pasada. Lejos de desanimarnos decidimos disfrutar del momento. Pocas veces íbamos a tener un estanque como aquel sólo para nosotros. Cantamos, reímos, les susurramos a las ovejas, y tiramos piedras al agua (una y otra vez en bucle) hasta que deshicimos lo andado.

Subimos al coche y en vez de tomar la bifurcación de la izquierda cogimos la de la derecha hasta que la carretera volvió a terminar. De nuevo una imagen típicamente feroesa, los edificios con tejados de hierba entre los que destacaba una peculiar iglesia (con cementerio a lo Stephen King incluido) que presidía las panorámicas que completaban peñascos y cascadas que iban a morir sobre «nuestro» lago mareal.

Fotos Islas Feroe, Saksun. Ovejas Fotos Islas Feroe, Saksun. Lago y tronco

En aquella pequeña aldea de Saksun no encontramos el mar, pero si la esencia de lo que habíamos venido a buscar en el viaje a Islas Feroe. Desconexión, libertad, soledad, contacto con la naturaleza. La sonrisa ya no nos abandonó el resto de aquel día gris. «Que le den al mal tiempo. ¡¡¡Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva…!!!»

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Pau García Solbes
Soy periodista y bloguero de viajes profesional. Soy Licenciado en Ciencias de la Información en la especialidad de Periodismo. He trabajado y colaborado en numerosos medios de comunicación en temas relacionados con Internet, nuevas tecnologías y turismo. Además, soy co-autor del libro Viajar con niños, el manual para preparar tus vacaciones en familia de La editorial viajera.

5 COMENTARIOS

  1. Ostras, que sitio más solitario, se respira muchísima tranquilidad con tus fotos Pau.

    Interesante la experiencia, al final en muchas ocasiones (como en esta) aunque los planes no salgan como esperas, sigue siendo extraordinario.

  2. Aunque el tiempo sea tan cambiante merece la pena conocer estos paisajes tan maravillosos. Para hacerme la idea del clima, ¿en qué fechas estuvisteis? Ya sabes que unas semanas más tarde de lo ideal y el viaje es casi imposible.

    • Ramón nosotros estuvimos entre el 11 y el 17 de agosto. En verano tienes vuelos directos desde Barcelona que salen una vez a la semana. Así que tienes que estar por allí mínimo una semana. Dos lo veo excesivo a no ser que te prepares rutas de senderismo.

  3. Información Bitacoras.com

    Valora en Bitacoras.com: Si has leído lo que te hemos contado hasta ahora de nuestro viaje a Islas Feroe recordarás cielos azules, verdes intensos y nubecillas blancas que decoraban grácilmente el firmamento feroés. Pues bien, ese cuento de hadas cli..…

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