¿Por qué te gusta tanto viajar? ¿Qué te aporta?

Son preguntas que suelen plantearme con frecuencia y para las que tengo una respuesta que repito como un monje budista recitando sus mantras: creo que de algún modo todos los seres humanos ansiamos la libertad. Por eso, viajar se ha convertido en una de las formas más reconfortantes de sentirse libre. Viajar enriquece el cuerpo y el alma, nos proporciona conocimientos, nos acerca a otras culturas, nos hace más tolerantes, en definitiva, viajar nos hace sentirnos más vivos.

Hace unos días tuve sensaciones totalmente contrarias a las que me regalan los viajes. Fue durante la visita a Kilmainham Gaol, la antigua cárcel de Dublín en la que hacinaron y ejecutaron a muchos de los líderes que lucharon por la independencia de Irlanda. La cárcel es lo contrario a viajar.

Muros de Kilmainham Gaol, la cárcel de Dublín

Kilmainham Gaol no es un rincón que destaque por su belleza, pero sí por su emotividad y su crudeza. Creo que de los dos viajes a Irlanda que he hecho es el lugar que más me ha tocado la fibra, y eso no lo puedo decir de todos los monumentos que he visitado en los últimos años por el mundo.

Paseando entre sus muros, viendo las diminutas celdas o leyendo los mensajes de desesperación que hay escritos en las paredes te puedes hacer una idea de lo mal que lo pasaron los reclusos que vivieron una temporada entre rejas o de lo gris que fue el final de muchas de esas vidas prometedoras.

Kilmainham Gaol, la cárcel de Dublín

A los cinéfilos probablemente les suene Kilmainham Gaol de algunas películas que han intentado retratar los distintos conflictos políticos que sufrido Irlanda a lo largo del siglo XX. Por ejemplo, Michael Collins de Neil Jordan o En el nombre del padre de Jim Sheridan, aunque los crudísimos sucesos que relata esta última cinta son muy posteriores al cierre definitivo de la cárcel de Dublín.

Si quieres visitar Kilmainham Gaol sólo puedes hacerlo contratando una de las muchísimas vistas guiadas de hora y media de duración que hay a lo largo del día. La última admisión para ver la prisión es a las 5 de la tarde y el precio de la entrada es de seis euros. No creas que es llegar y besar el santo, mejor ser previsor si vas justo de tiempo.

Capilla de Kilmainham Gaol, la cárcel de Dublín

La visita a Kilmainham Gaol empieza en la capilla de la cárcel y lo hace con una historia muy triste que tuvo lugar ante ese mismo altar. Se trata de de la boda de los líderes republicanos Joseph Plunkett y Grace Gifford, quienes decidieron sellar su amor ante Dios pocas horas antes de ser ejecutados en el cadalso de la prisión dublinesa por un pelotón de fusilamiento.

Probablemente la mayoría de los nombres de las personas que se marchitaron entre sus muros no nos suenen de nada, pero son apellidos muy importantes para la historia de Irlanda. Peor es el caso de esos presos comunes, incluso niños, que acabaron con sus huesos entre rejas por delitos tan graves como robar comida para no morir de hambre. De ellos, no hablará nadie en toda la eternidad.

Galerías de Kilmainham Gaol, la cárcel de Dublín

Durante el recorrido puedes observar las galerías, una cantidad ingente de celdas minúsculas y zonas comunes donde todo es muy gris, sin ningún atisbo de alegría ni esperanza por ninguna parte. Tras unos minutos puedes llegar a sentir claustrofobia hasta que se llega al patio principal. Como no, de un color tan plomizo como el cielo de Dublín.

A primera vista, tanta desolación puede echar para atrás a cualquier viajero. No obstante, la emotividad de las explicaciones del guía y las anécdotas sobre la historia de Irlanda, y su revolución, convierten la visita a Kilmainham Gaol en un cóctel de emociones fuertes que te dejarán reflexionado sobre la estupidez del ser humano y te harán apreciar mucho más la libertad y las ganas de vivir.

Pasillos de Kilmainham Gaol, la cárcel de Dublín

En este rincón de Dublín aprendí que la cárcel es lo contrario a viajar, así que seguiré repitiendo mi mantra para seguir sintiéndome lo más libre y vivo que pueda.

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Pau García Solbes
Soy periodista y bloguero de viajes profesional. Soy Licenciado en Ciencias de la Información en la especialidad de Periodismo. He trabajado y colaborado en numerosos medios de comunicación en temas relacionados con Internet, nuevas tecnologías y turismo. Además, soy co-autor del libro Viajar con niños, el manual para preparar tus vacaciones en familia de La editorial viajera.

23 COMENTARIOS

  1. Impresionante relato, Pau.

    Conservar este tipo de «monumentos» es conservar la memoria historia de un país, especialmente cuando esa historia es conflictiva (casi siempre lo es). Visitarlas es conocer mejor esa misma historia.

    El próximo lunes voy a Dublín por trabajo, pero tengo un par de días libres que espero aprovechar. Tomo nota de tus recomendaciones por si ando justo de tiempo (algo que a buen seguro ocurrirá).

    Abrazo!

    • Seguro que disfrutas mucho de Dublín, es una ciudad muy acogedora a cualquier hora del día… y de la noche.

      La prisión es dura, pero más que interesante.

  2. Estuvimos hace poco ¡Nos impresionó!

    Por eso y porque una pared de granito puedo ser un horizonte de reflexiones, este post con su tuit lo tomamos prestado para los #tuitsfavoritos del blog 🙂

  3. Ya solo ver las fotos da un mal rollito, no quiero pensar en persona :/
    Pero como ha dicho Fran estos sitios son un must see para entender la historia y pensamiento de los pueblos.

    Abrazos

  4. Gran post Pau. Considero imprescindible las visitas a estos lugares durante los viajes, Lo cierto es que ayudan a comprender y son viajes que nos obligan a emocionarnos . Los museos cárceles al igual que los campos de concentración o los museos de ls guerras son espacios que ayuidan a valorar la libertad. Un abrazo amigo.

    • Desde luego, son lugares que te generan muchas sensaciones contradictorias pero en los que sales con unas ganas enormes de vivir.

  5. Se me han puesto los pelos de punta solo de leerlo…. No puedo imaginar estar allí dentro ni siquiera un día.

    Aunque encuentro súper interesante la entrada que has publicado. Nadie debería olvidar nunca los que ya no están aquí, y no lo están por una tontería tan grande como robar una barra de pan (como has dicho).

  6. Este tipo de sitios, léase cárceles, campos de concentración, trincheras de guerra, etc., son un arma de doble filo emocional. Por una parte, hacen que el viajero se introduzca de lleno en la historia escondida entre esas paredes, y lógicamente, sus emociones, normalmente tristes, afloren; la parte positiva es lo que se aprende en estos sitios, tanto a nivel de historia, como a nivel de valorar la suerte que tenemos de vivir libres y no haber pasado por ese tipo de horrores, que no son tan lejanos en el tiempo. SaludoX!

    • Sin duda! Si tienes un mal día lo puedes pasar realmente mal en un lugar de estos, aunque siempre sales con sensaciones de esperanza y de valorar lo que tienes.

  7. Realizamos la visita con un colegio de irlandeses y fue realmente emotiva, leyeron algunas cartas en honor de alguna de las víctimas del lugar y además la profesora iba dando datos extra a la explicación del guía.

    La verdad que fue emotiva la visita 🙂

  8. Información Bitacoras.com

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