El premio del post de ayer es para Felipe de Eurowon, que fue el más raudo y astuto al adivinar que hoy nos daríamos un paseo por los pasillos del Museo del Louvre de París. ¡Felicidades!
Era nuestro tercer día de viaje a París y pretendíamos ver en una mañana el Louvre y el Orsay. ¡Qué infelices! Y encima estábamos dispuestos a hacerlo sin sufrir las colas ¡Qué insensatos! Al final los planes no trascurrieron como los habíamos trazado en nuestra hoja de ruta, pero entramos en un santiamén al Louvre gracias a comprar las entradas por internet.
¡Buena idea para visitar el Museo del Louvre!
Ahórrate las colas comprando la entrada del Museo del Louvre
Sabíamos que estábamos ante una de las mayores y más selectas colecciones de arte del mundo, pero nos lo tomamos con mucha filosofía y sin ninguna pretensión. Queríamos que fuese como una primera toma de contacto, ver los clásicos básicos y quedarnos con la miel en los labios para regresar en el futuro.
A la postre fue una decisión acertada porque la niebla abandonó París y los azules pintaron el cielo para transformar esa ciudad gris, de los dos primeros días, en el París de las novelas y películas. ¡Oh la la!
El Louvre en sí mismo es abrumador. Continente y contenido son mareantes. La pirámide de Pei Leoh Ming es realmente maravillosa. No importa su aparente sencillez o que la hayas visto miles de veces en la tele o en revistas. Te deja sin palabras.
Con semejante envoltorio imagínate como es el regalo. 60.000 metros cuadrados de museo que exhiben más de 30.000 piezas, muchas de las cuales serían la principal atracción de cualquier otro museo del mundo.
Pero no en el Louvre, allí compiten sólo primeras espadas, la creme de la creme, la canela fina de las obras de arte. La Gioconda de Leonardo da Vinci, la Venus de Milo, la Victoria de Samotracia, Las bodas de Caná del Veronés, Betsabé en el baño de Rembrandt, La encajera de Vermeer… así hasta 30.000 obras maestras que van desde antigüedades egipcias, hasta pintura europea del siglo XIX, pasando por arte islámico o antigüedades asiáticas.
Entre tanto rico manjar es fácil sentirse deslumbrado, así que fuimos rápido y a tiro hecho por algunas de las obras que he citado. Y menos mal que tocamos diana temprano, y tuvimos la suerte de no hacer colas, porque el gentío que se postraba ante los lienzos y esculturas era cada vez mayor y la sensación de agobio más acuciante.
Al igual que lo comenté en su día con El grito de Munch, repetiré que el arte no es uno de mis fuertes, así que dejo la parte técnica y crítica para los estudiosos, que yo me centraré en la experiencia personal.
Así que entre joya y joya acabamos en una sala repleta de gente en torno a una muchacha de sonrisa timorata. Era La Gioconda de Leonardo da Vinci, probablemente la obra de arte más célebre del mundo y sobre la que se han vertido ríos y ríos de tinta, Dan Brown y Tom Hanks mediante.
El hecho de que hubiese tanta gente esperando para contemplarla ya me pone un poco tenso. En estos casos temo que la obra de arte me decepcione a que sobrepase mis expectativas.
El murmullo en torno a la obra es constante y en muchísimos idiomas. Eso te hace reforzar tu idea de que estás antes un icono universal. Todos quieren aguantarle la mirada a la Mona Lisa y susurrarle piropos al oído. Pero no pueden intimar de ninguna manera. Está muy vigilada y cubierta por un cristal irrompible para evitar posibles tentaciones.
Como siempre, antes de fijarme en el contenido, me sorprende su tamaño. Pero pronto intento abstraerme, olvidar a las decenas de personas que curiosean a mi alrededor y pensar que el cuadro es sólo para mí.
[…] mientras el resto de pasajeros nos señala con el dedo o le pinten un bigote a la Gioconda en el Museo del Louvre. Luego te das cuenta de que el león no es tan fiero como lo pintan y que los niños tienen una […]
[…] nos topamos con él tras visitar el Museo del Louvre y nos vino de perlas mezclarnos con la gente para entrar en […]
[…] la ocasión llegó. Veníamos con una sonrisa de oreja a oreja tras visitar el Louvre. Nuestro siguiente objetivo era el Museo d’Orsay, pero el tiempo nos había otorgado una […]
Nosotros no pudimos entrar en Louvre en nuestra visita porque el día que queríamos ir nos quedamos dormidos y cuando llegamos la cola era inhumana. Preciosas fotos.
La próxima visita a la ciudad está marcado en rojo visitar este impresionante museo.
Eso nos pasó el primer día con Notre Dame y luego nos chupamos la cola del siglo.
Veo que por mucho que pasen los años, la Gioconda está siempre muy «acompañada». Estuve hace años en el Louvre viéndola y creo que que me sorprendió más la cantidad de gente que había que el cuadro en sí! jejejeje
Saludos
Y eso que nosotros fuimos a primerísima hora y casi directos a verla… pero aún así es imposible tener una cita a solas.
Pues yo reconozco que cuando yo visité el Louvre (allá por el año 93, con 14 añitos) me desilusionó bastante por varias cosas.
La primera fue encontrarme a la Victoria de Samotracia en unas escaleras… No me parecía sitio para una obra tan magnífica…
La segunda lo que costaba encontrar las cosas «típicas». La de vueltas que tuvimos que dar para encontrar los esclavos de Miguel Angel… buf!
Y la tercera tiene que ver con la Mona Lisa. Aparte de no haber indicaciones para encontrarla, en aquella época estaba ¡en mitad de un pasillo! Vamos, que si no fuera por el grupo de mormones que le estaba haciendo fotos, a nada que fueras un poco despistado te la saltabas con facilidad, yendo de sala en sala…
Pero a pesar de eso me gustó mucho el museo… las obras que hay son fascinantes, y la parte Egipcia me pareció muy bien organizada. Tendré que volver…
La Victoria sigue en las escaleras, pero el resto ha mejorado bastante, sobre todo las indicaciones.
Bueno es saberlo, falta hacían unas buenas indicaciones!. La pobre Victoria se va a quedar como «la estatua de la escalera»…. Qué pena!
Jajajaja pobrecica!
Pues qué suerte tuve con lo del concurso! Fue encender el PC y ver tu post recién publicado, un vistazo a la foto y voilà! Lo primero que me vino a la cabeza fue el famoso libro El Código Da Vinci, que habla bastante sobre el museo y ofrece una teoría rocambolesca sobre su construcción… y no diré más por si alguien no lo ha leído aún…
Impresionante el museo. Como dices, una de las mayores y mejores colecciones de arte del mundo (gracias a diversos saqueos, que todo hay que decirlo). Estoy deseando ir, y más aún después de leerte 🙂
Es algo descomunal, no sólo por las obras de arte, sino por el palacio en sí, sus salas y galerías.
Merece muchísimo la pena, aunque sólo sea para una visita breve como la nuestra.
Hace apenas una semana yo también estuve de viaje por París y he dedecir que no pude salir más contenta de mi visita al Louvre, eso sí, tengo que avisar que madrugué de manera bestial para entrar de las primerísimas al museo y poder ver la Mona Lisa y la Venus sin nadie alrededor, obras de valor incalculable sólo para mis ojos aunque fuese por un momento.
También quería comentarte que puede parecer agotador, pero si se asume que es imposible verlo todo y se adopta un ritmo «allegro» es más que posible hacer un gran recorrido por casi la totalidad del museo y prácticamente sin cansarse.
Un saludo 🙂
Bienvenida a ‘el pachinko’ y gracias por comentar.
Lo de madrugar suele funcionar en los viajes. Nosotros sabíamos que el Louvre daba para muchísimas horas, pero como no disponíamos de demasiado tiempo fuimos a por los clásicos.
El Paris Museum Pass nos vino de perlas para evitar la cola, aunque en otros lugares como Orsay no funcionó.
Información Bitacoras.com…
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