Ya os comenté que La Rochelle es un gran destino de Francia para viajar con niños, pero lo que no os he dicho todavía es que Teo acentuó allí su pasión por subir castillos, una de sus mayores aficiones durante los viajes.

Cualquiera con su altura se achantaría ante estas imponentes torres, pero Teo nos ha salido valiente y escalón a escalón coronó las torres de La Rochelle sin que nadie le echara un cable ni subiendo, ni bajando. Viajero e independiente, así es nuestro hijo.

El puerto de La Rochelle desde la torre de Saint-Nicolas

Y es que la estampa más célebre de esta ciudad de la region de Poitou-Charentes son sus espectaculares fortificaciones marítimas. Como si de tres enormes gigantes se trataran, esbozan una imagen muy noble que rememora el glorioso pasado de Francia.

Estos hermosos torreones fueron claves en la defensa de la plaza cuando quiso conservar su autonomía, y también han sido testigos de excepción de las constantes guerras entre Francia, Inglaterra y España.

Vero y Teo en La Rochelle

Hoy en día, se conserva la torre de Saint-Nicolas, la de la Chaîne y la de la Lanterne, que igualmente sirvió como punto de referencia para los navegantes que se aproximaban a tierra en sus viajes a Francia.

Además de por su belleza, esta fortificaciones nos regalan unas panorámicas fabulosas, así que no quisimos perder la ocasión de conquistarlas. El comandante Teo estaba al frente de nuestras tropas y peldaño a peldaño fue alcanzando su meta.

Vistas de La Rochelle desde la torre de La Lanterne

La torre de Saint-Nicolas, terminada en 1376, fue la primera que visitamos. Es probablemente la que tenga un aspecto más robusto de las tres, ya que principalmente servía para la defensa, pero también hacía las veces de vivienda real. A pesar de que íbamos con un guía, nos costó encontrar el camino a la terraza de la cúspide, ya que sus pasillos son un poco laberínticos.

Desde arriba, a unos 37 metros de altitud, las vistas son extraordinarios. Tuvimos bastante suerte con el clima y pudimos contemplar perfectamente el viejo puerto, el fuerte Boyard y el estrecho que separaba las islas de Oléron, Ré y Aix. Si no tenéis vértigo, merece mucho la pena descansar de la ascensión y disfrutar de una de las postales más preciosas que os obsequiará un viaje a La Rochelle.

Las torres de La Rochelle

La experiencia nos gustó tanto que por la tarde quisimos repetir aventura. ¿Le íbamos a negar a Teo una nueva conquista? La torre de la Lanterne era nuestro objetivo. La principal diferencia de esta fortificación es su forma coronada por una aguja monumental. Gracias a este precioso detalle, esta fortificación era visible desde todo el estrecho. No me extraña, teniendo en cuenta que mide 55 metros de altura.

Quizás por eso nos costó, un poco más, llegar hasta la galería por sus estrechas escaleras de caracol. El mirador principal se ubica a 38 metros de altitud y, además de las vistas de la ciudad, te permite contemplar mejor la belleza del torreón de la aguja o los grotescos matices de las gárgolas. Siempre me han dado muy mal rollo, a pesar de la versión de Disney del Jorobado de Notre Dame.

Mensajes de los presos en la torre de la Lanterne

En los muros de piedra de La Lanterne hay más de 600 inscripciones talladas por los presos que acogió la torre a lo largo de su historia. Me temo que estas prisiones no son tan confortables como las de ahora, así que escribir las últimas voluntades en la pared era un acto de angustia, más que una expresión artística. ¿Os imagináis que desesperación?

Lo que queda claro es que estos viajes a las alturas nos parecieron una magnífica forma de iniciar la visita por la ciudad. Desde las almenas disfrutamos de magnificas vistas de La Rochelle y nos hicimos una idea de lo que nos esperaba en aquella joya del Oeste de Francia.

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Pau García Solbes
Soy periodista y bloguero de viajes profesional. Soy Licenciado en Ciencias de la Información en la especialidad de Periodismo. He trabajado y colaborado en numerosos medios de comunicación en temas relacionados con Internet, nuevas tecnologías y turismo. Además, soy co-autor del libro Viajar con niños, el manual para preparar tus vacaciones en familia de La editorial viajera.

14 COMENTARIOS

  1. Un sitio con mucho encanto, no me extraña que Teo quisiera trepar hasta lo más alto y poder contemplar esas vistas tan tremendas del lugar. Pedazitos de historia que perduran, y que sea por muchos años más.

  2. Recorrer murallas o subirse a torres y miradores de fortalezas y ciudades, te da una idea de cómo se desarrollaba la vida en esos tiempos. Entre guerras, sitios y malos rollos con los vecinos. Cada vez que me asomo a una torre de vigía pienso en ese hombre solo allí mirando el mar o la tierra que le rodeaba, atento a lo que pudiera venir, con frío o exceso de calor, y siempre con miedo, seguro. Por suerte nos quedan para visitarlas, tener vistas y valorar las comodidades que hoy tenemos. Un besazo.

  3. ¡Qué fallo! Cuando estuve en La Rochelle nadie me explicó que se podía subir a las torres. Con lo que me gusta fotografiar panorámicas desde las alturas. Estupendas vistas Pau.

  4. Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Ya os comenté que La Rochelle es un gran destino de Francia para viajar con niños, pero lo que no os he dicho todavía es que Teo acentuó allí su pasión por subir castillos, una de sus mayores aficiones durante los viajes. Cua…..

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