Tras nuestro paseo por las Agujas Rojas, nos aguardaba una de las travesías más épicas de todo el viaje a los Alpes Franceses. Nuestro objetivo era poder contemplar un atardecer o amanecer desde las cumbres más míticas de Europa, y pondríamos todo nuestro empeño en ello.
Todo sucedió muy deprisa, casi sin pensarlo. Queríamos aprovechar el buen tiempo de ese día y no nos importó el hecho de no haber recuperado fuerzas tras la caminata matutina. Llegamos al chalet, cargamos la mochila con víveres y agua para unas horas y a correr.
Y digo correr porque los teleféricos no esperan a nadie. Debíamos tomarlos antes de que a las seis de la tarde dejaran de subir y bajar. Ahí empezaba nuestra carrera contra el tiempo. Objetivo: llegar al Lago Blanco antes del atardecer.
El grupo que salió sonriente del chalet, para ver el atardecer desde el Lago Blanco, estaba formado por Jorge de YokmoK, que hacía las veces de guía, Fotomaf, Ignacio Izquierdo y el que escribe estas líneas. La risa fue la tónica durante toda la marcha, y entre carcajada y carcajada logramos nuestra primera meta, tomar los teleféricos que nos acercarían un poco más al Lago Blanco, ubicado a 2396 metros de altitud.
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En esos momentos ya me había dado cuenta de que estaba acompañado por maestros del chascarrillo, pero también de locos de la fotografía. Gente que lo daría todo por cazar la instantánea perfecta, incluyendo cuádriceps, rodillas y pies. Nada podía pararles.
Chiste, chanza, foto, burla, foto, celebrities, foto, rumor, foto, LOL, foto… todo esto entre paso y paso cumbre arriba.
Hartos de reír no nos habíamos percatado de que teníamos ese precioso balcón de las Agujas Rojas para nosotros solos. Caminar a más de 2.000 metros de altitud en compañía de tan buena gente te hace sentir muy especial. No podíamos pedir más. Por un momento callamos y disfrutamos del silencio, las montañas, la naturaleza, el Mont Blanc… simplemente mágico y esplendoroso.
Tal y como estaban nuestros maltrechas piernas, tras un día entero de caminata, nos tomamos la marcha con calma. Sin prisas y un tanto fatigados llegamos al Lago Blanco, su visión nos haría recobrar los ánimos de golpe.
Jorge ya me había advertido que desde allí se han tomado algunas de las mejores fotos de los Alpes Franceses, gracias a que las aguas del Lago Blanco actúan de espejo donde el Mont Blanc se ve reflejado.
No obstante, el Mont Blanc se nos resistió aquella tarde. Apareció de vez en cuando, pero las nubes se empeñaban en estropearnos la foto perfecta. Pero nada ni nadie pudo amargarnos aquel momento. Un mágico atardecer con una luz deliciosa y un paisaje que parecía pintado por algún maestro impresionista.
Yo aproveché para aprender todo lo que pude de estos tres maestros de la fotografía y disfrutar de su compañía. También nos encontramos fauna alpina que entre miedo y estupefacción se dejaban retratar para nuestro deleite.
Estuvimos un buen rato saboreando poco a poco aquel paisaje, las luces rojizas y disfrutando de la grandeza de aquellas cumbres. Pero pronto nos dimos cuenta de que aquellas nubes habían venido para quedarse y era el momento de la retirada. Nos tocaba pasar la noche en la montaña y quedaba descender hasta el refugio entre la penumbra…
[…] pasos certeros nos habían llegado hacia el Lago Blanco, un lugar bendecido con la belleza de los dioses antiguos y hogar de la especie salvaje conocida […]
@Ignacio, gracias maestro, y detrás está Mordor amenazante con hilo dental escondido 😀
Que buena la foto del making of!! jejeje… este día fue insuperable… todavía me duele de acordarme…
@Javier, con lo que te gusta a ti hacer deporte y la fotografía te lo hubieras pasado pipa 😉
Que buen relato y la experiencia con buena compañia lo mejor sin duda, rodeados de tan bonito paisaje. Envidia!! arrr… se me ponen los dientes largos. Tendré que probar un un día tambien.
@Xavi_kun, jajaja lo mejor es intercalar ambos tipos de viajes, aunque está claro que estas montañas es difícil verlas en otros lugares de Europa.
Buffff que paisajes!!! me acabo dar cuenta que tengo que dejar tanto rascacielos y necesito alguna excursión 😛
@Guisantes, nosotros la hicimos hasta tres veces. Tarde, noche y día, fantástica 😀
Es una caminata genial, y las vistas… nosotros hicimos muchos ratos en silencio… alucinando ante lo que veíamos.
Un abrazo!
Roberto
@Jorge, hilo dental ya forma parte de nuestras vidas, es nuestra mayor pesadilla jajaja
Lo de Ignacio fue brutal, el tío nos implicó en un momento a los tres.
jajajaja, hilo dental, con ganas de leer ese post 😉
Por el resto, muy buen post Pau. Es interesante la foto de Ignacio haciendo sus fotacas.
@Mauro, hilo dental se merece un post para él mismo y así lo haré jajaja
Este post sin hilo dental no vale nada 🙂
vaya risas eh?
@Felipe, en la montaña tiene un significado similar, y es fácil encontrarlo en muchas cumbres del mundo o en sus faldas.
Es curiosa la primera foto. La columna de piedras superpuestas se parece mucho a una de las típicas imágenes de los templos budistas coreanos, donde la gente apila piedras de un forma similar, en un gesto que se considera de buena suerte.
Yo también me encontré alguna vez piedras así en lo alto de alguna montaña en Europa, pero nunca tanto como en esta foto.
Bonitas las fotos… pena de nubes…
Información Bitacoras.com…
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