Debemos confesarte que cada vez preparamos menos a conciencia los viajes. Hace unos años nos empollábamos las guías como si se trataran de un examen de selectividad, diseñábamos itinerarios, tratábamos de aprender trucos o atajos sobre cómo comprar entradas más baratas, éramos todo oídos a recomendaciones de amigos e íbamos armados con un pequeño diccionario conversacional por si, dado el caso, nos aventurábamos a preguntar cómo ir del punto a al punto b sin acabar más perdidos que Wally en las gradas del Calderón.

Qué tiempos aquellos en los que buscábamos todos los documentales del destino habidos y por haber o veíamos películas rodadas en escenarios que pisaríamos en meses venideros. Pero luego fuimos papás y se acabó. ¿Crees que echamos de menos esas hojas de ruta tan exhaustivas? La respuesta es un rotundo no.

Plaza Markt de Brujas

Ahora la improvisación juega un papel importante y cuando haces viajes con niños te tienes que convertir en un evolucionista más convencido que Darwin para adaptarte a los probables imprevistos que te van surgiendo a lo largo del día. El ritmo es más lento y la predisposición a descubrir lugares fuera de ruta es mucho mayor.

Por ejemplo, para afrontar nuestro paso por Brujas durante el viaje a Flandes llevábamos unas notas sobre algunos lugares interesantes de la ciudad, el visionado de la genial película In Bruges de Martin McDonagh y unas expectativas tan altas como Vladimir Tkachenko.

Los canales de Brujas al atardecer

Entre nuestros garabatos había ideas tan geniales como visitar el Beaterio, pasear por el Minnewater, subir al Belfort, visitar la Madonna de Miguel Ángel, el Museo de la Patata Frita, el Groeninge Museum, el Hospital Sint Jan, la Basílica de la Santa Sangre, el Ayuntamiento y su Sala Gótica, el jardín de la Arentshuis…

Algunas de estas experiencias las pudimos vivir en primera persona, pero otras se quedaron en el tintero porque pasamos muchas, pero muchas horas paseando por Brujas, perdiéndonos entre sus callejuelas adoquinadas, contemplando sus canales o viendo la vida pasar en una terraza mientras hacíamos acopio de algunas de nuestras cervezas del mundo.

Plaza Burg de Brujas

Seguro que has leído en más de una ocasión que pasear por Brujas es lo más parecido a estar hojeando las páginas de un cuento de hadas, con infinidad de referencias a costumbres medievales, princesas que dejan de serlo con las campanadas de medianoche y repiqueteos de los cascos de los caballos contra el pavimento empedrado.

Sinceramente el cuento existe, pero al narrador se le olvidó explicarnos que tienes que buscarlo, imaginarlo, luchar por él. Las altas perspectivas generadas sobre lo que nos íbamos a encontrar en Brujas hicieron que las primeras horas no fueran fáciles. En pleno agosto el casco medieval, el Markt y el Burg estaban atestados de turistas a la caza de su fábula.

El Minnewater de Brujas

Tanta gente en una ciudad pequeña hizo que nos desanimáramos un poco, pero no íbamos a dejar que se rompiera el hechizo de Brujas. Nos lo tomamos con mucha calma, metimos nuestras notas en la mochila y nos dedicamos a pasear sin rumbo fijo, a reescribir nuestro propio cuento de hadas. Conforme fueron pasando los días nos íbamos sintiendo más a gusto.

Brujas está repleta de rincones y detalles realmente deliciosos, sólo tienes que tener la calma y esperar el momento adecuado para encontrarlos. Desgastamos mucho las ruedas del carrito de Teo, pero al final pudimos disfrutar de la belleza de Brujas. El único secreto es alejarse un poco de la muchedumbre o aguardar el mejor hora para hallar algo de tranquilidad.

Mercado matutino en la Plaza Markt de Brujas

Y como no queremos contribuir a que se rompa la magia de Brujas, no vamos a hacerte ninguna recomendación concreta, ni a decirte qué lugares visitar o qué monumentos nos parecieron los más interesantes. Sólo animarte a que escribas tu propia historia y a que improvises un poco para zambullirte de pleno en esta fascinante ciudad.

A pie, a caballo, en bici o en barco… pasea por Brujas.

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Pau García Solbes
Soy periodista y bloguero de viajes profesional. Soy Licenciado en Ciencias de la Información en la especialidad de Periodismo. He trabajado y colaborado en numerosos medios de comunicación en temas relacionados con Internet, nuevas tecnologías y turismo. Además, soy co-autor del libro Viajar con niños, el manual para preparar tus vacaciones en familia de La editorial viajera.

21 COMENTARIOS

  1. Me alegro que al final os gustara Brujas… la verdad es que yo la encontré una ciudad preciosa (también puede influir que en enero y con el frío que hacía hubiera menos turistas) pero es verdad que a veces las altas expectativas pueden jugar malas pasadas. Yo creo que por eso todavía me enamoré más de Gante, de la que esperaba más bien poco.

    Ahora, leyendo vuestro artículo me dan ganas de volver a pisar las calles de Brujas, disfrutarla tranquilamente una vez más… 🙂

    Un saludo,
    Sonia.

  2. Lo mejor de Brujas es pasear por allí sin rumbo y aislarse de los turistas, hicísteis bien. La primera vez que fuí estaba atestada, pero años más tarde hice mi Erasmus allí cerca y la visité varias veces cuando había menos gente, y como ya me conocía la zona turística decidí perderme por el resto de la ciudad. De las mejores experiencias que he tenido.

    Hace poco se celebró allí la Procesión de la Santa Sangre, que suele ser en mayo y es Patrimonio de la Humanidad. Muy recomendable si queréis ver la ciudad de forma distinta.

    ¡Saludos!

  3. Sin dudas una ciudad a visitar. Coincido… para mi a pie es la mejor forma de conocer una ciudad y su gente. Quizas sí una vista desde algun vehiculo como para tener un pantallazo general, pero luego, siempre a pié.
    Saludos desde Buenos Aires

    • Bienvenido a ‘el pachinko’ Javier! Nosotros esa vista general la hicimos desde los canales, también es muy recomendable 😀

  4. Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Debemos confesarte que cada vez preparamos menos a conciencia los viajes. Hace unos años nos empollábamos las guías como si se trataran de un examen de selectividad, diseñábamos itinerarios, tratábamos de aprender truco……

  5. Lo mejor en cualquier lugar es siempre perderse en sus callejuelas… sin duda alguna.

    Mi caso fue distinto al tuyo, la primera vez que estuve en Brujas era en el invierno de 2001, hace ya 12 años… aquella ciudad a última hora de la tarde, con el frio y casi sin gente parecía sacada de alguna peli de Tim Burton… yo encontré el cuento en cuanto pisé la ciudad.

    Que buenos recuerdos me traen tus fotos.

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