Niños nepalíes jugando

Por fin he encontrado un ratito para hablar de una de las noticias que más me han gustado de esta semana que hoy cerramos. Hace casi dos meses os contaba como Nepal daba sus primeros pasos hacia la democracia. En este sentido, el pasado 29 de mayo los nepalíes pudieron celebrar felizmente el nacimiento de la República de Nepal.

El camino no ha sido ni mucho menos fácil hasta la formación de la Asamblea Constituyente, de hecho, Nepal llevaba más de una década sumida en una guerra civil que no había podido ser frenada por el títere en el que se había convertido el Rey Gyanendra. Este personaje que ha gobernado con un método casi feudal desde que murieran asesinados toda la familia real menos él (qué casualidad), será el primero en pagar las consecuencias de la nueva era.

Lógicamente, lo primero que se hizo fue retirar la bandera real del Palacio de Kathmandú donde todavía vive Gyanendra y su familia, contra los deseos de la nueva soberanía popular. El crack tiene 15 días para desalojar el pisito. Eso sí, quiere ayuda para obtener vivienda y protección para su familia, lo que él no le ha dado a su pueblo.

Me alegro un montón por Nepal, uno de los países más maravillosos en los que he estado a pesar de que es el más pobre de los que he visitado. Esa pobreza del pueblo nepalí era fruto de una pésima gestión de las cuentas públicas y de un nefasto gobierno por parte del monarca. Tened en cuenta que esta forma de estado se instauró hace 240 años.

El camino que les queda por recorrer a los nepalíes será todavía sinuoso y lleno de obstáculos, de hecho, los principales partidos del país todavía no se han puesto de acuerdo sobre los poderes que tendrá el presidente. No obstante, soy muy optimista respecto al futuro de Nepal, un futuro en el que les deseo todo lo mejor por la hospitalidad con la que nos acogieron y lo maravillosas que son sus gentes.

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