Una de las preguntas que más me hace la gente es ¿de dónde viene el nombre del blog de viajes el Pachinko? Pues bien, después de varias entradas, creo que ya va siendo hora de explicarlo.

Al principio de los tiempos de internet la identidad de los blogueros y usuarios de redes sociales no era tan evidente como en la actualidad que estamos tan sobreexpuestos.

Para hacer mis primeros pinitos en las redes busqué una foto donde no se me viera la cara y por casualidad encontré la que abre este artículo jugando a un pachinko en Kioto. Algo tan tonto como aquello dio origen a mi marca personal y a este blog de viajes… estamos hablando de 2008.

Qué es un pachinko

Voy a explicarlo con un símil. El pachinko es a Japón lo que a España es el bingo y las tragaperras. Es, sin duda, una de las aficiones más sórdidas y ruidosas de los japoneses, aunque en mi caso jugué para ver que eran esos lugares que había en prácticamente todas las calles de las principales ciudades niponas.

Para un occidental es muy complicado el sistema de juego. Tu cambias los yens por bolitas de acero y el objetivo es ir ganando más bolitas. ¿Cómo se ganan? Ni idea. Antiguamente, según me explicó mi profesora de japonés Ikuko, había como una especia de clavos que marcaban el camino de las bolitas. El jugador tenía que conseguir con dos palancas introducirlas en un recipiente. Es decir, dependía de la habilidad del jugador.

Hoy en día los pachinkos combinan estas palancas y las bolas con pantallas de luces tipo videojuegos. Yo desde luego invertí mil yenes y fui perdiendo las bolas a una velocidad de vértigo. De vez en cuando la pantalla me presentaba algunas pruebas que evidentemente no supe superar porque mi japonés es limitadísimo.

Pero lo que más llama la atención de los salones de pachinko es el ambiente. Como he dicho antes, el más sórdido de Japón. Humo de cigarrillos, música muy, pero que muy estridente y unos personajes de aúpa y no te menees. Las grandes ciudades están repletas de pachinkos gigantescos, a veces edificios enteros con formas y colores muy chillones para llamar la atención.

Lo más curioso del tema, es que en teoría, no ganas dinero con el juego. Después de acumular montones de bolas, las debes canjear por regalos de lo más absurdos. El truco está en que estos regalos, debes «venderlos» en la trastienda por dinero ya que esta práctica es ilegal.

El pachinko es una cosa muy pero que muy adictiva, de hecho, Ikuko me contó que una madre dejó en el coche a sus hijos mientras ella jugaba al pachinko, y que al volver los encontró muertos de una insolación. Ella dice que este tipo de noticias relacionadas con la adicción al juego suceden bastante a menudo.

En fin, que ya sabéis qué es el pachinko. Si por casualidad queréis saber qué gané yo tras invertir 1.000 yenes, la foto de abajo es la prueba. Y sí, llevaba un poco de sake en el cuerpo.

Así se creo el blog de viajes el Pachinko

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