Parece que a los budistas coreanos no se les puede aplicar el dicho de si Mahoma no va a la montaƱa, la montaƱa va a Mahoma. Su geografĆa estĆ” repleta de templos de extraordinaria belleza ubicados en las laderas de las cimas mĆ”s destacadas de Corea del Sur, y eso es mucho decir de un paĆs tan montaƱoso.
El templo Bulguksa de Gyeongju fue uno deĀ los que mĆ”s nos impresionaron de nuestroĀ viaje a Corea. Como sabĆ©isĀ nuestros primeros pasos en esta ciudad comenzaron con calabazas. Si recuerdas, pronto descubrimos que el alojamiento que habĆamos escogidoĀ no era hanok para niƱosĀ y tuvimos que cambiar nuestra base de operaciones. Luego la cosa se convirtiĆ³ en amor a primera vista gracias a experiencias como el atardecer en el estanque Anapji.
Nuestro segundo dĆa enĀ Gyeongju tenĆa una meta clara. Llegar hasta elĀ templo Bulguksa que estĆ” emplazado en las faldas del monteĀ Toham. Los autobuses interurbanos 10 y 11 te acercan hacia ese lugar sagrado, pero teniendo en cuenta que Ćbamos con el carrito de Teo y que los taxis en Corea son tan baratos, nos decidimos por este medio de transporte.
Cuando vamos a templos y lugares de oraciĆ³n con Teo tememos que haga alguna de sus trastadas o que se aburra como una ostra en un discurso de Rajoy. Pronto descubrimos que nuestros miedos eran infundados, ya queĀ Bulguksa tiene unas dimensiones extraordinarias y el peque tenĆa espacio de sobra para corretear a sus anchas sin molestar a nadie. AdemĆ”s, habĆa un montĆ³n de niƱos a los que se acercaba, primero con timidez pero luego con desparpajo, para jugar con ellos.
QuizĆ” GyeongjuĀ no goce de tanta fama en occidente como Kioto o Varanasi, pero tiene una importancia primordial para entender la historia y la cultura deĀ Corea. Fue la capital del antiguoĀ reino de SillaĀ y uno de los mayores centros culturales del mundo, por eso la ciudad estĆ” plagada de un patrimonio extraordinario que atrae cada aƱo a miles y miles de visitantes.
Uno de esos reclamos es elĀ templo Bulguksa, declaradoĀ Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995. Pero antes de cruzar su umbral volvamos al taxi. La primavera nos habĆa premiado con una maƱana estupenda, asĆ que desde el coche pudimos contemplar una Gyeongju exuberante, teƱida de rosa por los cerezos en flor.
El rosado se fue tornando verde conforme abandonamos la ciudad y el taxi se puso aĀ zigzaguear por la carretera hasta dejarnos en la puerta del templo budista. La entrada ya te va poniendo en antecedentes de lo que te vas a encontrar dentro. Un estanque con jardines y una puerta tradicional coreana flanqueada por sus guardianes que hacen las veces de envoltorio a una verdadera joya.
Ya desde el principio nos topamos con muchĆsima gente. Sin embargo, BulguksaĀ es tan descomunal que nunca tienes las sensaciĆ³n de estar hacinado. Al contrario de lo que sucede con nuestras iglesias, un templo de este estilo suele estar compuesto por muchĆsimos edificios distintos, murallas, escaleras que suben y bajan y pagodas. En este caso, las reliquias de piedra son uno de los distintivos de este lugar de oraciĆ³n con casi 15 siglos de antigĆ¼edad.
No hace falta ser ningĆŗn experto en arquitectura coreana o un ferviente budista para disfrutar de este rincĆ³n enclavado en la montaƱa. El colorido de su ornamentaciĆ³n, la vegetaciĆ³n que lo rodea, la belleza de los edificios y jardines o los cantos de los monjes te mantendrĆ”n en constante alerta. Es complicado fijar la mirada porque a cada paso la vista se distrae con un nuevo aliciente.
A pesar de que en la entrada hay un plano para indicarte el recorrido por los pabellones y puentes, es casi una obligaciĆ³n olvidarse del orden y perderse por sus laberĆnticos pasillos. HabrĆ” momentos en que encuentres la paz que se le supone a un lugar de meditaciĆ³n y otros en el que veas a los niƱos alborotar y jugar a ver quiĆ©n apila mĆ”s piedrecitas sin derribarlas. Siempre nos ha encantado la alegrĆa de los templos asiĆ”ticos en cotraposiciĆ³n a la sobriedad de nuestras iglesias.
Poco a poco nos fuimos contagiando de ese ambiente festivo delĀ templo Bulguksa de Gyeongju y observando todo lo que sucedĆa a nuestro alrededor. SeƱoras con enormes viseras para protegerse del sol que nos sonreĆan, monjes atareados de un lado a otro, alumnos que atendĆan a las explicaciones de sus maestros con veneraciĆ³nā¦ asĆ da gusto.
Como nos habĆa pasado en el resto del viaje a Corea, Teo y sus grandes ojazos restaban protagonismo al monumento de turno. Todo el mundo querĆa hacerse fotos con Ć©l o dedicarle una carantoƱa. El peque aguantĆ³ a veces con estoicismo, otras con risas y normalmente con indiferencia. Y es que una vez mĆ”s Ć©ramos de los pocos turistas occidentales, un club que se reducĆa mucho mĆ”s si lo reducimos a los viajeros con niƱos de dos aƱos.
Buda, la montaƱa y el templo Bulguksa de Gyeongju, una combinaciĆ³n muy armoniosa que se convirtiĆ³ en un plan perfecto para pasar la maƱana. ĀæSeremos capaces de repetir la experiencia con Teo y Oriol mĆ”s creciditos? Nunca digas nunca jamĆ”s.
Me flipĆ³ este templo. Toda esa zona de Gyeongju es una pasada. El corazĆ³n espiritual de Coreaā¦
Ya me imagino que el pequeƱo Teo llamarĆa mucho la atenciĆ³n allĆ. Vaya peque tan afortunado haber podido ir tan lejos y tan pequeƱĆn. Cuando sea mayor va a tener ya buenos galones de viajero.
Un fuerte abrazo,
Sele
Esos viajes le quedarĆ”n como una nebulosa, pero ahora ya nos pregunta cuĆ”ndo vamos a coger el aviĆ³n o a ir a un hotel š
Que chulo.
Mi problema es que por falta de conocimiento todos me parecen muy similares (no quiero usar la palabra Ā«igualesĀ»).
Puede que me ganĆ© alguna pedrada pero los vi muy parecidos cuando fui a JapĆ³n y China.
Buen fin de semana Pau.
Jejeje claro, yo tampoco soy un experto en arquitectura religiosa asiƔtica, pero los de Corea tienen personalidad propia y eso se nota empezando por los colores.
InformaciĆ³n Bitacoras.com
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